miércoles, 22 de noviembre de 2017

Justo hasta el inicio de la nieve
Donde marchitaremos
Hasta el año que viene
Inicio de hielo que petrificará
El vapor de las letras
Que salen ahora
Giras la cabeza y sueltas mi mano
Envuelta en lana de colores
Con la barbilla marcas una dirección
Donde poso la canica de mi retina
Amanece y la luz traspasa mis pestañas
Con la lengua sigo el trazo de la sal
En tu cara

Aquí empieza el norte
Justo donde lo perdemos

Transgeneracional-

Me sumerjo en el agua lagrimal
de cuarenta mujeres antes que yo:
de mi madre, mi abuela y las
que, antes de ellas, se sacaban corazones
para darle vida a los días.
Limpio sus hígados apenados,
sus piedras preciosas 
y toda la rabia tragada.
Desenredo las historias,
aún guardadas debajo de las costillas,
como pájaros asustados.
Despacio, con los labios,
busco respuestas oscuras,
siento la sal en sus sienes.
Me tocó cuidar este árbol,
veintiocho lunas después,
aún vivo.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Pendiendo del sol 
abro los labios
los sueños dorados
saltan entre los dientes
Acaricio con mi lengua
el rayo lucido del mechón
que te cae sobre la ceja
Has cambiado
He cambiado
Un viernes se abre el otoño
desde mis tobillos
hasta tus hombros
La luz atraviesa las hojas
el bosque nos canta quieto
adormilado
Suavemente tocamos el agua
nos derretimos río abajo
fundimos con las canicas 
que un día apostamos

Somos la danza de la gota
el baile de la hoja
y la quietud del amor
Buscamos lo mismo
mientras gire el suelo
llenamos de azul
nuestros ojos
Y abres tus manos
liberas los dedos
salen volando disparados
Me persiguen
casi alcanzan
me atraviesan decididos
Cobran vida
creando su historia
su camino
sin huellas
Me palpas
te muerdo
Nos rellena la sal
somos olas

No buscamos fondo
Detrás del horizonte
donde no llegas
detrás del horizonte de mi ombligo
hay estallidos astrales
ecos estelares
sinfonías lunares
Justo encima del monte
de Venus 
hay un sendero húmedo
que silencia tus pasos
Mientras escondes las manos
bajo tu barbilla pensativo
desempañando las retinas

Vienes hacia mí
vienes pero no te mueves


Nos elevamos desde las puntillas
A susurros creamos niebla
para que nos envuelva 
Obviando la gravedad
de la situación
de la tierra
del tiempo
Nos elevamos extendiendo
abrazos desde la primera pluma
Nos vemos
Trazos de saliva
Huellas de sangre
Caminos lácteos
Nuestro caos personalizado
se pacifica después de la explosión

martes, 15 de agosto de 2017

Apareces como la niebla
Aún no te conozco
Y ya atraviesas  mis pestañas
Todo sigue igual
Nada es lo mismo
Juntamos los pasos
El verano madruga
Extiendes tu brazo
A través de la palabra
Me alcanzas
Puede que el azul sea
Un gesto del cielo
Sonrisa del mar
Las horas que nos separan-
Gaviotas en círculo
Gaviotas en círculo...

viernes, 28 de abril de 2017

Melancolía que abre sus alas
En tonos grises
Porque llueve tercer día
Y no consigo ver la luz
Melancolía que traspasa arrugas
Funde sonrisas
Moja las sienes
Yo no consigo ver la luz
Melancolía radiante
Dura y decidida
Te has instalado
Entre mis costillas
Y no consigo ver la luz
Que llevo dentro

Ella es la noche
Que envuelve la roca
Una pincelada negra
Dentro del sonido
De tu recuerdo
Es un suspiro indetectable
Que faltó al aliento
El punto que sigue tu letra
Es letra y punto

miércoles, 22 de febrero de 2017

Antes, mucho antes
de que abramos los ojos,
se decide la breve historia
del despertar.

martes, 17 de enero de 2017

Tanta nieve, tanta nieve,
¿no será que quieres callar?
Vendrán los vientos,
harán un largo camino,
intentando deshelar tu corazón.
Vendrán los cuervos,
sobre sus alas frías,
para comerse tus mentiras.
Llegarán últimos rayos,
últimos rayos,
fundiendo mis esperas.
Tanta nieve.
Te alejas y
pierdo tus huellas.
Tanta nieve.
Te fugas y
floto en la superficie.

A partir de este momento,
¿cómo sentiremos
ese momento?
Ha pasado, fue fugaz.
Si lo despedazásemos,
quizás, ni existiría.
Así que aquí estamos,
pensando en nada,
sintiendo ni eso,
recordando un vacío.
Mientras llueve y
llena la tierra de agua,
los labios de luz.






¿Vives el momento?

Ese momento, ese
preciso momento
cuando se acaba el día
pero, aún, la noche
tiene miedo de entrar.
Se hace silencio,
las luces se confunden,
si sí, o si no.
Hay posibilidad de velas,
aunque no es fiable.
Hay propuesta de manta,
pero nadie tira de ella.
El instante de tonos grisáceos
en tu pupila,
de silencio de los pájaros,
ruido de estufas.
Ese momento, ese
preciso momento,
cuando tu mano
encuentra la respuesta
en la yema de mis dedos.

El invierno te ha sorprendido
acompañada.
Se ha colado entre las fibras
de su jersey.
Se ha colado y fue como
una bofetada fría
en tu suave mejilla.
Te arañó desprevenida,
helando el abrazo
que iba a darte.
Su pelo, blanco ahora,
cuenta historias de hace primaveras.
Cae sorprendido, al notar, 
que sigue su dirección
tu mano arrugada.
Desde la nieve de tus pestañas,
esa mirada cielo,
que da voz a sus águilas,
espacio a sus olvidos,
paz a sus preguntas.

Es tan pronto, tú siempre
te quedas en la cama,
así que salgo descalza,
para no despertarte.
Camino hacia el vacío,
que dejaron nuestras cosas,
cuando nos mudamos.
La casa ahora está apagada,
casi llueve y salgo al pasillo,
buscando bombillas que romper.
Me gusta su sonido cuando se suicidan
contra la madera.
Destellos de dolor al pisarlas,
como perlas que cuesta crear.
Bailo sobre los cristales,
antes de volver a la cama
y pisar de rojo tu sueño.
Bailo sobre los cristales,
antes de llorar.

Paso por todo esto

Mi aliento licuado, 
es parte de este batido
vital, que cada noche
aspiras exhausto.
Raciones de suspiros,
Trocitos de susurros,
Pulpa de grito- que,
aquel día, se quedó en la garganta.
Tus hombros crecen,
mientras me convierto 
en polvo.
Tus labios se hinchan,
cuando así desaparezco.
Se dibuja, en la ventana,
un sonido de rotura.
Quise entenderte,
afilaba oídos aplicada,
alumna muda.
Tus palabras eran carne,
eran fuego, engañaban
con la verdad.
Siempre fuiste, lo supe,
o pensaba que fuiste,
la marca de agua en mi
alma.
Vuelves los lunes, aprietas
mis silencios, buscas
tus respuestas.
Y no hay herida.

A corazón abierto,
susurras el bisturí
de tu llegada.
La ciudad oscurece enfurecida,
los semáforos lamen sus charcos.
Derramamos restos del día
en los cristales teñidos de rojo,
Apretamos las narices
contra la tarde.
Desnucamos las horas,
desnudamos esquinas,
derretimos silencios.
Tu mano, aún caliente,
deja un caminito salado.
No te oigo desde aquí,
nos separa mucha nieve,
que era agua,
era lágrima.
Antes de convertirse en palabra,
se congela la intención.
Creo que sabes la fuerza de la montaña,
Supongo que presientes la avalancha
de la tristeza.
Braziabierto esperas mi escucha.
Boquicerrada trago hielo.
Porque el amor es el pájaro
que se escapa de la jaula 
de mi palabra