martes, 17 de enero de 2017

La ciudad oscurece enfurecida,
los semáforos lamen sus charcos.
Derramamos restos del día
en los cristales teñidos de rojo,
Apretamos las narices
contra la tarde.
Desnucamos las horas,
desnudamos esquinas,
derretimos silencios.
Tu mano, aún caliente,
deja un caminito salado.

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