domingo, 1 de mayo de 2016

Quizás

Desde aquí puedo oír
el suave eco de tu latido.
Aún, detrás del grito
de la ambulancia, hay paz.
La hierba sigue meciendo
mi pelo, si me acerco.
El aire hace felices
a mis pulmones.
Las rocas susurran belleza
al sol.
El río no para, me acoge 
comprensivo.
Si aguanto la respiración
un poco más de lo debido,
podré alcanzar tu corazón.
Solo entonces

La vez que, de repente, todo
cambia. Nada sigue igual.
Cada diminuta cosa es rara,
debes aprender a moverte
en esta nueva dimensión.
Hay un lenguaje distinto,
otras esquinas, dolores diferentes.
Parpadeas mariposas,
tejes campos, vuelas pero
nada es cercano.
El punto de partida es,
cada vez más, final.
Pierdes los pies,
aunque no habría donde posarlos.
Un rayo de luz te parte en dos
y, entonces, 
te reconoces.

Hay alguien

Siempre hay alguien.
Cuatro ojos ya vieron
lo que acabo de exhalar.
Seis orejas notaron
la vibración de mi energía.
Cuarenta dedos sintieron
el temblor de mi vena.
Tres cerebros planean
qué hacer con el mío.
Ochenta dientes marcaron
una diadema en mi garganta.
Dos manos me seducen
con el rojo salado.
El silencio es despedida.
Ese momento, antes
de la palabra, y sé
que lo matarás
con tus labios.