viernes, 25 de septiembre de 2015

Eres mi inadvertencia preferida.
Incertidumbre soleada, detrás de la
Seguridad de lo obvio, sin más.
Generosa inadecuación, este viernes despeinado.
Sin avisos.


Hay suficiente tiempo dentro de esta
Jaula enlatada, para gozar.
Dulces caracoles de las horas, 
En espasmos frívolos, bajo tu lengua.
Cálidas muecas de los segundos,
Con su tick nervioso, sereno ahora.
Longitud naranja, de este nuestro
Encuentro, donde nos perdemos. 
Llega, llega, ahoga casi.
Quizás sea la última vez, podría ser,
Que se erice mi piel.
Puede que fuera el penúltimo lametón,
Del destino, puede.
O el crujir de la cucaracha debajo de tu zapato,
Solo para acabar lo inoportuno.
Sobrante piel de gallina, que nada nos dice ahora.
La punta del pelo, ya caído, cerrada.

Pero que no me pille durmiendo.
Apunte bien en ese hueco, ese redondo,
Donde antes había un latido.


Nada intuyo, todo lo digo
Palabra por letra, espacio por punto.
Formal, escueta, directa.
El pelo recogido en una eterna coleta,
Un par de relámpagos detrás de la oreja.
Eso es todo.

Cuánto menos, mejor, decía.
Menos es más, a primera hora.
Asceta nocturna.
Crujía los versos, polillas molestas.
No tenía, daba. 

Tan solo entre sus sienes había un surco
Lleno de pensamientos.

Ella es gris como la muerte del día
Es noche sin serlo aún
La caída de la misma
Entre grillos y farolas
Es lluvia
Cuando lleva semanas bailando
Evaporando asfaltos
Desapareciendo el grito de las hojas
En una triste emboscada
Es ese tono desolado
Que toca la soledad
Cuando los dedos ya duelen
De tanto no tocar
Ella es espera
De esas que vacían los bolsillos
De alma
Siempre fuiste la coma de mi frase

Silenciando ese mundo ruidoso
Dentro de mí acallando espacios
Sacando de la izquierda 
Lo que no había escrito
Permitiéndome soñar
Dejándome reír y llorar
Almacenando el cielo en el iris
Dejando de racionar posibilidades
Extendiendo locuras desde los brazos
Como cuando niña
Hace años
Ayer