lunes, 15 de septiembre de 2014

Perdóname.
Quizás nunca supe encontrar las palabras adecuadas para decirte que "no". 
No supe negarme o expresar el desacuerdo quizás. 
Puede que por eso creaste todo una ciudad de rascasueños .
                  Donde las almohadas se llenan de rosas.
                  Donde no había culpa en el vino.
Y puede, muy definitivamente, que has repartido papeles que no quise seguir,
o hayas perdido los papeles, no estoy segura en cuanto a esa parte y sí, dolió.
Me sentía ola, me sentía flote, era espuma entre tus brazos.
Me escurría cada vez que intentabas atraparme con tus labios hinchados de promesas.
Perdóname.
Y perdónate porque no hubo culpables. A falta de dos letras, nos perdimos un poco.
Fue eso, un laberinto de rozaduras, aire caliente en mi mejilla, piedra preciosa en tu muñeca.
Fue bello.
Fue agrio.
Aún, con la punta de mi lengua, reencuentro tu imagen. Sin luces, a oscuras, con calor.
Apegado a mis nalgas, suspiras una ciudad de cemento.
Donde, perfectamente controlado, detrás de los hierros entrelazados, retienes a mi corazón.

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