Me cediste tu otoño,
No te quedan hojas.
Encerraste tus espejos,
Pero aún, los años van pasando.
Tiendes a lloreras nocturnas,
Después de cenar,
Es cuando se revuelven tus sesos.
Perdiste tus apuntes,
Eran demasiados,
Hicieron con ellos una hoguera.
Todos y cada uno de tus pelos
Envuelve la nieve de los días.
Tu pequeño y suave apocalipsis,
Silencioso marchitar.
En la bella jaula de tu cráneo
Quedan colibrís aún.
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