lunes, 18 de noviembre de 2013

Cuento infantil-

De pequeña siempre andaba sacando fotos de huellas de pies.
Descalzas, con tacones, deportivas, de zapato...
Así llegué a tener fotos de huellas en la arena, en la playa, en la hierba, en el polvo del patio del colegio...
Apreciaba los pies, por supuesto, pero lo que me dejaba encantada eran sus huellas.
Al igual que ahora, me enamora no tanto la gente, sino la huella que dejan. 
Entre la hierba, en el polvo, en la arena...en el corazón.
Huellas, marcas, señales, pistas, trazas, memorias, recuerdos...
Por ello es quizás un arte dejar huella sin pisar.
Un molde cálido a la espera del viento.

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