sábado, 11 de enero de 2014

Se abre de brazos la ciudad,
Nos acoge nocturna, borracha.
Debajo del parque de su bigote
Hay solo migas para palomas.
En la vieja piedra de su espalda,
Nos retorcemos de placer,
Contamos las pecas en su cara.
Ni una pluma, ni una ventana,
Aceras de acero y sal.
Nos envuelve en nieve,
Nos susurra callejones,
Palpita desnuda.
Detrás de la cátedra de tu mirada
Queda mi pulso.

El primer tranvía de la madrugada
Empieza a temblar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario