martes, 28 de enero de 2014

Me cediste tu otoño,
No te quedan hojas.
Encerraste tus espejos,
Pero aún, los años van pasando.
Tiendes a lloreras nocturnas,
Después de cenar, 
Es cuando se revuelven tus sesos.
Perdiste tus apuntes,
Eran demasiados,
Hicieron con ellos una hoguera.
Todos y cada uno de tus pelos
Envuelve la nieve de los días.
Tu pequeño y suave apocalipsis,
Silencioso marchitar.

En la bella jaula de tu cráneo
Quedan colibrís aún.

Sin maleta-

Arriba, donde ya no queda aire
Te buscaré.
Porque es sólo mi cuerpo,
El que se resiste,
Desahuciado repentinamente.
Abriré este camino con ciencia,
Coseré alas a esos momentos,
Comeré la cima con los ojos.
Quieta, dentro de la retina del momento,
Susurraré malas hierbas al norte.
Mis pies sabrán deslizar piedras,
Mis costillas protegerán el frágil pájaro
Del corazón.
Entre ceja y mejilla, cual puzzle,
Marcaré los secretos.
Con la lengua del tiempo
Dejaré un surco detrás de la oreja 
De este viaje.
Mi viaje.
Desempaquetadas emociones,
Deslumbrantes decisiones,
Una mente derretida.
Y te buscaré allí descalza,
Iré a por ti gateando,
Dulce corteza del ser.
Ladrillo rojo-

Esa niebla empieza a envolver
Mis entrañables entrañas
Cuando me muevo en el caleidoscopio
De los recuerdos
Hace frío de veras
Y todas las luces son menos
Danzando en el espeso día
Temblando en mi cabeza
Puede que te pida un copo de nieve
Puede que quiera me lleves ahí
Otra vez 
Donde tropiezo con mis raíces
Escarbando entre rotondas
Escuchando tranvías
Deseando pegar mi lengua
Contra su cristal
Donde toda yo ya no soy yo
Pero una vez fui parte
De esta querida ciudad
De ladrillo rojo