domingo, 27 de septiembre de 2015

Otoño, y se te quedan caídas las hojas.
Sin embargo, es la luz, la que te sigue
A todas partes.

No tenemos las respuestas
Y eso nos enfurece enormemente.
Bueno, a ti, porque yo tengo mala memoria.
De hecho me olvido (de acordarme) de todo.
Y, cuando digo "todo", es mucho más que eso.
Es olvidar por qué me besaste, cuándo nos vimos,
Después de mirarnos años.
Desaprender las caricias, mudarme de piel,
No reconocer tu olor.
Dejar de saber quién eres o, peor, quién soy.
Confundir Valencia con Praga, buscar puentes, 
Donde nadie ya levita, no quedan palomas.
Olvidar los grafitis nocturnos, olvidar plazas libres,
Olvidar tu mirada, tu mirada, tu mirada...

Mirar y ver.
Abrir los ojos en este instante,
Para ver, que ya no estás.
Y hacer paces con ello.



Estás tan cerca, que me como los kilómetros
Sin aliento.
Siete minutos, si no llueve, pocos más 
Entre los charcos.
Estás tan cerca, que puedo oír el latido
Del pájaro de tu corazón, inquieto.
Tu tristeza.
La suave molestia en tu riñón.
La danza de las canicas dentro de 
Tu mano.
Tan cerca, tan cerca.
Casi logro deslizar mis dedos en tu sien,
Casi sientes el aire envolverse
Alrededor de tu cara.

Es domingo, llueve, hace frío.
A nadie se le ocurriría salir 
A lo desconocido.

Dentro de mi cabeza no hay 
Espacio para los ratones, pensamientos
Huidizos. Les corté las colas hace días.
Ahora solo llueve, desde sien, hasta sien.
Pero es un gozo, sentir esa calidez, 
Llenar esos huecos inhóspitos con algo más
Que delirio.
Mañana quizás, si me esfuerzo,
Granizaré palabras.





IMAGEN: SASHA O