Apenas queda espacio en este barco hundido.
Cada poro recibe amor.
Hicimos un jardín arriba, creamos amapolas,
Cultivamos lo que pudimos.
A través de la madera, la luz fue protagonista.
Prendimos fuego a todas las palabras,
Bebimos toda la tinta, a dentadas tratamos papel.
Creamos el tiempo, olvidamos la distancia.
Y cada campanada fue de más, cada gesto fue poco.
En el frágil sarcófago de mi pelvis
Es donde rezas tu olvido
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